Tarde islera
Compositores: Melisa Budini y Marino Frezetti
Año: 2009
«Tarde islera» es un chamamé compuesto en 2009 y grabado en el disco Intención, de Tardeagua, (2016). «Habla del islote municipal, de Curupí. Desde ahí el sol se esconde en Bajada Grande», dice Melisa Budini, a cargo de la voz y accesorios. La guitarra es de Sebastián Narváez, la percusión de Leo Pares y el bajo de Gabriel Narváez. Se grabó en Estudio Páramo, Mendoza. También aparece en el disco Rescoldo, de Marino Frezzeti (2014), con Juan Martín Caraballo en guitarrón y Gustavo Reynoso en bandoneón.
«La canción surge con Marino, él la empezó y la terminamos juntos. Tuvo la chispita creativa inicial», cuenta Melisa.
«Nace un verano de 2009 a raíz de una melodía que venía silbando hace un tiempito, y de una idea puntual de tratar de describir las vivencias que yo venía disfrutando junto al Zurdo Martínez y Lucho Roldán, el cuidador del islote Curupí por ese entonces», comparte Marino. «En una de esas tantas idas, fui con la premisa de tratar de lo experimentado. Las primeras imágenes la tomé desde la punta del islote que da hacia Puerto Sánchez, y desde ahí se veía claramente que el sol se ponía por Bajada Grande, como siguiendo el cauce del río. Los murmullos que desde las costas dibujaban ecos sobre las aguas eran puntualmente porque de una forma muy clarita podía escuchar lo que hablaban en Puerto Sánchez, los chicos, los pescadores. Y por ahí algún grito o algún ruido un poco más fuerte parecía que hacía eco y pegaba en la costa santafesina», describe.
«Tarde islera era también como una materia pendiente, tratar de devolverle algo a la ciudad de Paraná, que aprecio mucho y me ha dado un montón de amigos, de una forma muy humilde. Para mí tiene toda esa carga. Una de esas tantas amistades que me dio el río y la ciudad fue Melisa Budini, quien continuando con mi idea se animó a escribir la segunda parte de la letra», explica Marino, quien grabó el tema en su primer trabajo discográfico.
Melisa Budini nació en Paraná y estudió música popular en Mendoza. «Celebrando un cumpleaños del Zurdo Martínez en el islote, que era como un templo al que él iba cada vez que podía, conocí a Marino”, señala. «Tiene que ver con ese lugar que es la isla, que es tan maravilloso y nos conecta de una manera tan pura con el paisaje. Siempre me inspiró, cada vez que lo visité vi todas esas imágenes que Marino venía contando, y en la segunda parte quise seguir esa línea de expresividad dando mi visión», añade. «Me gustó la idea de describir la naturaleza como el hombre y la mujer la experimenta. Se empieza a hacer de noche, cubriéndome con su manto se anuncia su oscuridad, la copla hecha leña arde pa´ encender la soledad. Porque cuando se empieza a hacer de noche fue la canción y la copla lo que nos reunió en torno a un fueguito con amigos; fue la canción lo que nos abrigó. El frío, los mosquitos, se salvan con la música y los amigos. Una mezcla de continuar la composición a la que me invitó a sumarme y contar de ese día que lo conocí a él, tiene que ver con esa vivencia en la que empezamos a conectar con este amigo», describe Melisa.
La versión de Tardeagua es fusionada y la de Marino Frezetti es más chamamecera. A la versión litoraleña, Tardeagua le agrega colores, búsquedas y armonías que tienen que ver con la formación de músicos mendocinos. «La canción tiene su espíritu, pero va mutando de ropaje según quién la cante y quién la lleve, tiene esa diversidad», dice Melisa.
Versión de Tardeagua
Versión de Marino Frezzeti
Tarde islera
Siguiendo el correr del río
se esconde la tarde islera.
Canoa sesgando el cauce
queriendo al rancho volver.
Murmullos desde la costa
dibujan ecos sobre las aguas,
y aquí el silencio se impregna
de verde en mi chamamé.
El sol se pone allá por Bajada
tiñendo toda la inmensidad;
la luna mira entre las totoras
cómo la costa besa al sauzal,
y deja un verso sobre la arena
la correntada del Paraná.
La garza ya se despide;
estrella blanca en el cielo.
La espuma teje sus redes,
pescando mi corazón.
Cubriéndome con su manto
se anuncia la oscuridad.
La copla, hecha leña, arde
pa’ encender la soledad.
La luna sube hasta ser un faro
que cuenta historias de río y sal.
El fuego es una esperanza roja
que me cobija pa’ descansar.
Sólo el susurro del agua mansa
se queda en vela para cantar.
Versión de Tardeagua En Spotify
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